Al menos 17
personas, once de ellas civiles, murieron el sábado en Siria pocas horas
antes de expirar un ultimátum de la Liga Árabe que conmina al régimen
sirio a cesar la represión de la revuelta popular.
En una entrevista del dominical británico The Sunday Times, el
presidente sirio, Bachar Al Asad, sostiene que el ultimátum es para
"proporcionar a los países occidentales un pretexto para una
intervención militar en Siria.
Al Asad se manifiesta "totalmente" dispuesto a combatir y morir si
debe enfrentarse a fuerzas extranjeras, dice sentir pena por cada gota
de sangre derramada en su país pero afirma que su régimen debe velar por
el respeto de la ley frente a bandas armadas.
"El conflicto continuará y la presión para someter a Siria
continuará", declara el presidente sirio, y añade: "Siria no se
inclinará".
Damasco no ha respondido oficialmente a la Liga Árabe, que el
miércoles le dio tres días de plazo so pena de sanciones económicas,
después de suspender a Siria de los trabajos de la organización.
Según una fuente de la Liga Árabe, el plazo acordado al régimen expiraba el sábado a medianoche (22H00 GMT).
Cada vez son más las voces que advierten contra el peligro de guerra
civil en Siria, uno de los países más importantes de Medio Oriente,
aliado de Irán, de los grupos islamistas del Hezbolá y del Hamas
palestino.
A pesar de los llamamientos internacionales a la moderación, once
civiles murieron este sábado por disparos de las fuerzas de seguridad en
las provincias de Homs, Hama e Idlib, según Rami Abdel Rahman, del
Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organismo con sede en
Gran Bretaña.
Además, cuatro agentes de los servicios de inteligencia murieron por
disparos de soldados disidentes en el centro del país, según el OSDH.
Al mismo tiempo, dos militares que desertaron perecieron en
enfrentamientos con el ejército regular en la región de Homs, según la
misma fuente.
El viernes, las fuerzas de seguridad sirias mataron al menos a 15
personas al disparar contra miles de manifestantes que pedían la
expulsión de los embajadores de Siria en el exterior.
La Liga Árabe dio hasta este sábado a Damasco para que "detenga la sangrienta represión", so pena de sanciones económicas.
La Liga se puso firme ante el incumplimiento sirio de su plan de
salida de crisis, que prevé el fin de la represión, la retirada de las
tropas de las ciudades, la liberación de miles de detenidos y el envío
de observadores árabes.
Frente al recrudecimiento de la violencia, Estados Unidos, Francia y
Turquía, también Irán, han dicho que temen una "guerra civil" mientras
se multiplican los ataques de militares disidentes en paralelo con las
manifestaciones pacíficas.
El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, estimó que el presidente
sirio "ha pasado el punto de no retorno" y corre el riesgo de acabar
coli el libio Muamar Gadafi y el iraquí Sadam Husein. "Vemos por primera
vez fracturas en su respaldo", añadió.
Estados Unidos, la Unión Europea y Turquía preconizan un aumento de
las sanciones. París, Berlín y Londres quieren presentar una resolución
al Comité de Derechos Humanos de la Asamblea General de la ONU para
condenar la representación, y la votación podría tener lugar el martes.
Pese a las crecientes presiones de los occidentales y de los árabes,
el régimen del presidente Bachar Al Asad aún encuentra algún apoyo entre
sus aliados de Rusia y China, que rechazan cualquier injerencia
extranjera en Siria, pese a los enfrentamientos que han causado en este
país ya más de 3.500 muertos en ocho meses, según la ONU.
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