Por:RedaccionDe una noche a otra, Julia empezó a mojar la cama, una conducta que preocupò a su madre, puesto que la niña de 11 años dejó de orinarse encima a los dos. Ese llamado de alerta iba acompañado de otro; la resistencia a ir a la escuela. Detrás de esos síntomas se ocultaba la desesperación y la confusión de haber sido abusada sexualmente.
Al principio Ana Contreras se molestaba tanto que golpeaba a su hija, hasta que la orientadora escolar le sugirió indagar si algo la perturbaba.
Intentó conversar con la muchachita, pero al principio no fue fácil. Se negaba a hablar. Pero cuando lo hizo la familia descubrió que su tío paterno la violaba desde hacía ocho meses.
“Tenía miedo porque pensé que me podían echar la culpa, mi abuela me decía que estaba muy desarrollada y que no debía usar ropa corta para no provocar a los hombres”, cuenta Julia, ahora con 17 años.
El desenlace provocó enemistad entre Contreras y la familia que asumió que lo ideal era quedarse callado y evitar ese bochorno y sobre todo, la vergüenza de que el hombre, un contador de 34 años pasara 15 preso. La situación casi le cuesta el divorcio.
“A menudo hay resistencia cuando ese tipo de cosas ocurren en la familia, primero hay negación, porque nunca se piensa que una persona cercana es capaz de hacer algo así”, indica la sicoterapeuta Sarah Liz.

Advierte que un niño abusado que no es tratado a tiempo puede tener secuelas que afectan su vida de adulto. Por eso recomienda prestar atención a los cambios bruscos de conducta, como retraerse o mostrar agresividad, negarse a acercarse a algún adulto o dificultad de aprendizaje.
Insta a dar seguimiento y a manejar con cuidado la situación para no crear culpabilidad del lado equivocado, o sea, en el agredido.
Aunque causa sorpresa que un hermano, un tío, un primo o hasta el propio padre sean los culpables del abuso o la violación sexual, las estadísticas arrojan que en el 80% de los casos denunciados hay un familiar envuelto.
Por esa razón se estima que existe un subregistro que no ayuda a aclarar la totalidad de los delitos, puesto que el silencio le gana la partida a la intención de hacer justicia.
La mayoría de las víctimas tiene entre tres y 16 años y en el caso del segmento de nueve a 15 años, entre un 20 y un 25% de los abusadores son de su misma edad.
Un menor puede ser abusado durante años, hasta que decide hablar o hasta que el agresor es descubierto. En ocasiones es convencido de que lo que ocurre es normal.
Según el reporte de las denuncias recogidas por el Ministerio Público, la mayor cantidad de casos se presenta en la provincia de Santo Domingo, en la capital y en Santiago. En total, en el país se reportan entre 1, 500 y 2, 000 querellas al mes.
Algunas son retiradas antes de que se inicien las investigaciones, porque la familia alega que no hubo abuso y se trató de un malentendido. En otro caso, cerca de un 10% se determina que la
denuncia
es falsa. Sin embargo, casi el 100% de las querellas de abuso y acoso
sexual en el que un pariente es citado como responsable resultan ser
ciertas.Se denomina abuso sexual infantil a la conducta en la que un menor, cerca de un 70% hembra, es usado ]como objeto sexual por otra persona, en la mayoría de los casos varón heterosexual, con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.
Es importante asumir que en cualquier circunstancia lo correcto es denunciar.
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